lunes, 5 de agosto de 2013

Lío de faldas



Las dos mujeres que, seguramente, irán a disputar con mayores opciones la Presidencia de Chile editan una página dentro de la desprestigiada política nacional. Algunos asumen que ambas pueden representar sensaciones o motivaciones en el electorado mejor que ninguna otra persona. Atribuyen, además, que su condición de mujeres hace competitiva la carrera presidencial.

En este contexto y dada la situación desarraigada de la ciudadanía con la política, no son los liderazgos permanentes y consecuentes los que ganan elecciones, sino que prevalece la "onda" con que los candidatos "sintonizan" en la vida de aquellos que los miran. Es decir, estamos en un fase donde se elige a quienes pueden ser productos visibilizados.

¿De que vale, entonces, el trabajo social o la conciencia del entorno? La respuesta, considero, es que aquello representa utilidad para determinado grupo, sea o no sea desfavorecido por su realidad socioeconómica. Así, el "servicio social" de las candidaturas presidenciales aparece cuando legitiman al sistema que sirven. Ojo que digo al sistema y no a las personas supuestamente beneficiadas por este.

La ideología liberal propuso igualar las oportunidades de hombres y de mujeres en el contexto sociocultural. Eso parece que incluye ser payasos del circo. Comprender las políticas públicas en su pensamiento no está presente en la mentalidad del vulgo, aunque este conoce los detalles que permiten optar entre focos de trabajo. A veces las políticas están más claras en las oficinas multifuncionales del Ministerio de Hacienda, que hace de todo además de contar plata, que en los ministerios sectoriales, pero las velocidades de penetración de las mismas políticas vienen dadas por la urgencia electoral o la sensibilidad general.

El conflicto de como se gestiona el Estado me parece muy importante. Se habla contra la municipalización cuando la mayor forma de cercanía del Estado con la gente está en la Municipalidad. La discusión de si más Estado o menos Estado es conveniente parece extemporánea e ideológicamente motivada. Pero no es raro que esa sea la polémica si en Chile (y en muchos lugares del Mundo) se tiene muy claro que una cosa es ganar elecciones y otra es gobernar. 

Las estructuras estatales requieren un enfoque hacia mejor gestión pública. Y eso nada tiene que ver con el sexo de los candidatos.

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