viernes, 17 de octubre de 2014

LA CIUDAD DEL ÚLTIMO ALIENTO



Estuve en un lugar lejano. Quizás más cerca de los confines, pero lo suficientemente apartado como para decir que respiré otros aires. La modernidad antigua de una urbe envejecida se notó en las pretensiones de ser y no ser más. Las calles, todas anchas, son un peso para el viejo que en cada paso cae más en su realidad inflacionaria. Así es la capital del país exiliado de Europa en América. Heredó los vientos de la grandeza en sus hijos, pero estos, en la modorra de la sangre latina, prefirieron entregarse al padre fiscal.

Tanto la suciedad como la desidia abarcan su espacio. La trampa está presente porque, aunque honestos, saben que el vecino puede no serlo, en el reino del verso humeante. La poca vergüenza del pobre que abre los tarros del desperdicio muestra lo que es la sociedad y la dureza del sistema.

Vimos como mantienen el deporte como pasión y negocio. Las ínfulas de los trovadores del gol y la contingencia no dicen la verdad. La magnificencia violentada por los costos hace de la actividad una secuela de los anhelos de antaño. La tierra y las personalidades individuales se dejan ver para entretenimiento de la gente.

Tan monumental como inútil es la ciudad de las luces cincuenteras. El diseño de los próceres aventuró desarrollo, mas lo que tiene es congestión. Entremedio, las vías manifiestan los secretos del tiempo, cual marca de árbol cortado, usan a la creatividad humana y a la fuerte humedad como medios de impacto. Si en Chile vemos modernidad y olvido, en la otra tierra aparece el futuro del pasado, fruto de un recuerdo inexpugnable.

¿Qué me dejaste, entonces? Quizás que eres muy grande, demasiado para mí. Y también para tu gente. La fuente de tu fracaso debe ser la misma de la mediocridad que yo vislumbro en los clasemedieros de la localía, pues quieres ser Europa, pero te faltan europeos, para bien y para mal.

Fuiste un poco mía. Me envolviste con tu manto etéreo y de calor. Es por eso que ante el fuerte látigo de mi tierra entiendo el porqué de tu límpido recuerdo.