martes, 9 de septiembre de 2014

Terrorismo criollo



Como está más que dicho se produjeron en Santiago de Chile un sinnúmero de bombazos en los últimos días, semanas y meses. El hito de la explosión en el Centro Comercial contiguo a un Metro es “la gota que rebalsó el vaso”, al menos según los políticos y los medios. ¿Qué debería hacerse ante este fenómeno que sorprende a los santiaguinos?

Primero que nada, estamos en Chile. En este país hace un tiempo los ataques incendiarios eran vistos como las escaramuzas típicas de grupos asistémicos o marginales que tenían cero importancia social, más allá de los desmanes que producían.  Cual sea la ideología de trasfondo en cada caso de bombazo, incendio o acto violento, es claro para mí que hay mensajes subyacentes. El principal es que los status quo son repudiados al punto de organizar células de contracorriente, es decir, brigadas que actúan y no solo discuten. Los conjuntos de jóvenes entusiastas, que por su ideología fundaban grupos para hacer “intervenciones urbanas” o rayados políticos han quedado superados y en una posición de ingenuidad ante las nuevas expresiones sociales.

¿Quién se atrevería a poner una bomba? ¿Quiénes lo harían para dañar a gente? Creo que “soldados” de una causa mayor, indefinidos de por si, con ganas de ver el caos por si mismos y no solo en lo simbólico. ¿Quién ama la destrucción? El que no está conforme y llega a un estado de odio por su vida y la de otros. Pero ese no es Hombre irracional, sino que su lógica no es la más apropiada a la luz de la civilidad y del status quo, por cierto.

Intersectar nuestra visión, diversa y disímil entre nosotros mismos, con la de violentos rupturistas que usan la guerra urbana como campo de acción es difícil. La mayoría tenemos un empleo, una familia o preocupaciones que consumen tiempo y resulta carísimo ponerse a cambiar el mundo, si supiéramos como. Ellos son los que han abjurado del tiempo y se plantean una vida divergente, como lo haría una lesbiana con su tema, o un religioso de minoría. Acá estigmatizar es fácil, por lo que hay que tener mucha precaución para no ser injusto.

Para enfrentar la desilusión por el trabajo parte de las reformas del bacheletismo se han promovido con el discurso de la “integración social”. Eso, sin embargo, no quiere decir que sean buenas ideas. Y no son bien vistas por estos grupos que protestan tan agresivamente. Romper con el círculo de la violencia implica intervenir en los núcleos familiares, en vez de separar a la familia con más preocupaciones o entretenciones, financiadas con “garantías estatales”.

Cada uno tiene una historia y sabe Dios bajo qué circunstancias cometeríamos delitos. ¿Se ha preguntado si lo que hace hoy como normal es un delito o algo contraproducente? Fornicar, comer de más, endeudarse en exceso, golpear a sus hijos, o andar en auto irresponsablemente, sin que se conozca, son problemas. A lo mejor la represión cuando es temprano en la vida es más productiva que la policial, a posteriori. A lo mejor usted prefirió gozar que medirse y ahora ya algunos no se miden con usted.


A lo mejor la sociedad no se protegió de si misma.

Cuidado con las banderas falsas, igual.

martes, 2 de septiembre de 2014

CAMIROAGA



Se ha dicho y escrito mucho sobre Felipe Camiroaga, a propósito de su trágica muerte, en 2011. Tanta gente lamentando su fallecimiento da cuenta de su popularidad y relevancia en el concierto televisivo chileno. De hecho, escuché que Felipe no quiso en su momento irse a Estados Unidos a probar suerte como animador o actor para no perder la posición de privilegio que tenía en Chile, dada su fama.

Como todo personaje mediático, Felipe Camiroaga no fue conocido en lo profundo por su audiencia, pero era percibido como cercano por esta. Los medios conforman un mundo en si mismo, una burbuja envuelta por el dinero que vive su propia existencia, lejos del mundo, pero tan cerca de él. La simpatía que generaba Camiroaga era, en el fondo, el efecto irradiador de un mundo diseñado para impactar, en el que Felipe sobrevivía a punta de ser el disparador más fuerte, la pistola más eficiente.

Cuando las señoras fanáticas veían por TV a Camiroaga buscaban un ideal masculino y una compañía en las frías mañanas del arrabal. Luego volvían a su realidad detallista de virtudes y errores de sus compañeros varones. Parte de Felipe lucraba con eso. Todo era un negocio.


Como terminó Felipe fue una ironía, lejos del mundo que lo hizo conocido. Solo sus cercanos saben a ciencia cierta de él. Todo por destino y por lección.

lunes, 1 de septiembre de 2014

FALCAO



Al final, el colombiano Radamel García va a jugar por el Manchester United. Como jugador del Mónaco hizo poco, pues tuvo una grave lesión que incluso hizo que se perdiera el Mundial. Por lo tanto, gran parte de lo que se recuerda de él como jugador de fútbol corresponde a lo que realizó en el Atlético de Madrid, hace más de dos años. Entonces, ¿quién es Falcao?

Radamel Falcao García es una marca. Impulsó a la afición colombiana y a muchos en el mundo a interesarse en el deporte, dado el impuso que supuso a su ex club español, lo que contribuyó a elaborar el presente del equipo de Simeone, uno de los grandes de Europa y último campeón de La Liga. Sin embargo, el Atleti de hoy no juega como lo hacía con Radamel. ¿Qué vemos entonces en Radamel?

Falcao García es un rostro interesante para las agencias de publicidad. El manoseo de su nombre lo hizo estar cerca del Real Madrid, aún sin haber fundamentos futbolísticos para que fuera allá. De hecho, ni siquiera su compatriota James Rodríguez, buen jugador, estaría en el Madrid si Radamel no existiera. Falcao García abre puertas, inclusive a sustitutos.

En lo personal creo que Radamel García es un jugador discreto técnicamente, pero de potente cabezazo. O sea, un buen tronco. Pero el dibujo publicitario que se ha hecho de Falcao lo potencia. Igual pasa con jugadores como Balotelli o Ibrahimovic. Están para jugar pero, sobre todo, están para figurar.

Con experiencias como la de Falcao nos debe quedar clara la concepción de espectáculo que tiene el fútbol. Aquellos románticos que quieren que sea un deporte de los mejores, o de los más capacitados, es mejor que vean la realidad pues, aunque los profesionales buscan dar lo mejor y prepararse para eso, no es menos cierto que su virtud radica en generar ganancias económicas para los dueños del circo.

A veces pienso que los clubes con problemas de dinero debieran jugar a la pelota en un mall.