martes, 2 de septiembre de 2014

CAMIROAGA



Se ha dicho y escrito mucho sobre Felipe Camiroaga, a propósito de su trágica muerte, en 2011. Tanta gente lamentando su fallecimiento da cuenta de su popularidad y relevancia en el concierto televisivo chileno. De hecho, escuché que Felipe no quiso en su momento irse a Estados Unidos a probar suerte como animador o actor para no perder la posición de privilegio que tenía en Chile, dada su fama.

Como todo personaje mediático, Felipe Camiroaga no fue conocido en lo profundo por su audiencia, pero era percibido como cercano por esta. Los medios conforman un mundo en si mismo, una burbuja envuelta por el dinero que vive su propia existencia, lejos del mundo, pero tan cerca de él. La simpatía que generaba Camiroaga era, en el fondo, el efecto irradiador de un mundo diseñado para impactar, en el que Felipe sobrevivía a punta de ser el disparador más fuerte, la pistola más eficiente.

Cuando las señoras fanáticas veían por TV a Camiroaga buscaban un ideal masculino y una compañía en las frías mañanas del arrabal. Luego volvían a su realidad detallista de virtudes y errores de sus compañeros varones. Parte de Felipe lucraba con eso. Todo era un negocio.


Como terminó Felipe fue una ironía, lejos del mundo que lo hizo conocido. Solo sus cercanos saben a ciencia cierta de él. Todo por destino y por lección.

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