viernes, 11 de enero de 2013

Comunicando

Se puede escribir de todo, mentiras incluso, pero a la vez el hecho de que uno pretenda escribir no implica que sepa de qué hacerlo. Eso, a veces, puede suceder por desatención, falta de asuntos lo suficientemente cercanos, o urgencias que ameritan una acción práctica y no un texto cualquiera.

Las letras pasan. Aquellas que responden a su tiempo tendrán lugar en bibliotecas. Pocas, pero significativas, son perennes y no ceden a las generaciones. El que pretende eficacia de su comunicación practica la panfletería o el periodismo, por lo que ambas son acciones arriesgadas, si se hacen contra la tendencia. Es coherente pensar que el comunicador en estado de rebelde al que no le llegan "avisos" es herramienta de un sistema que evoluciona, pero que no necesariamente mejora.

El ordinario empleo llega al comunicador como a todos. Eso es porque representa a su propio interés, a su mensaje, el cual es respecto de necesidades o ambiciones: necesita igualdad, ambiciona alternativas; necesita comer, ambiciona comprar; necesita amor, ambiciona poder. Cientos de asuntos se ponen antes en la cabeza de la persona previo a comunicar. Luego, se expresará en su consumo y su silencio tiene canal en casa, en las redes de amigos y en la plaza pública del blog. Todo en un sistema que evoluciona. Dentro del orden, claramente.

Luego, el que se atreve a dar a conocer su mensaje sin respaldo de sus necesidades, o es un irresponsable, o claramente vivirá para su mensaje. Y será una odisea sostenida desde los "ciudadanos más importantes" del sistema o una afrenta a la sociedad.

Por eso, buscar y encontrar la verdad es un gran bien.

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