martes, 15 de enero de 2013

Cantautor citadino



Hoy fui en micro a hacer un trámite. En el trayecto se subió una persona a cantar unos "rap para la conciencia social". Era bastante anarquista y antisistémico el tipo, por lo que decía. Su calidad vocal era baja, con poca distinción entre palabras y voz promedio, lo que compensó con su ímpetu de juventud. Luego, se bajó del bus, sin antes cobrar lo suyo. Siguió el trayecto, y a los minutos, en otra parada, vuelve a subirse y comienza con su exposición, la cual fue prácticamente una copia fidedigna del primer espectáculo. Justo cuando terminó yo bajé del móvil, porque llegué a mi destino.

Ese "cantor popular" hizo que pensara en cómo él se relaciona con otros músicos, los "pop singers". He escuchado los temas representativos del Pop actual y claramente, y salvo excepciones, tienen una pésima interpretación, abusando hasta el hastío del material e instrumental electrónico para producir música audible, tolerable, incitante. Sobre todo lo último. ¿No será que la gente escucha lo que quiere nada más? Cualquier anarquista hubiera aprobado y disfrutado con la rima del cantautor citadino. Cualquier persona afín al Pop dará la oportunidad de expresarse al divo o diva de turno.

Si ambos artistas tienen su expresión en la misma mediocridad, ¿qué los coloca en geografías y contextos tan dispares? Las alfombras rojas están reservadas a los promovidos por los sellos, es decir, a quienes reúnen parámetros de comercialización. Basta, entonces, con ser un actor más o menos flexible para hacer que se canta, y la electrónica hace el resto. Pero no se... hay mucha gente que puede hacer eso. Por ejemplo, cientos de niñas (y niños) podrían hacer de Lady Gaga, ya que no puede ser más corriente su prestancia. ¿Qué es lo especial, entonces? Creo saberlo: la espalda financiera. Si tienes dinero de la cuna o tus padres tienen amistades cercanas o poseen una habilidad transmisible que puede desarrollarse en ti como maestro, hay oportunidad y/o eficacia en los intentos por adquirir posiciones de notoriedad. ¿Resentimiento? No, porque la meritocracia que multiplica los ingresos exponencialmente es exclusiva de pocos, y el resto debe batallar.

¿Porqué conversar de músicos, si yo casi no oigo música? Es que resulta representativo del sueño estudiantil, de ser notable, aportar, importar concretamente, surgir de la nada. Como el futbolista. Algunos toman el riesgo de ser cantantes o músicos. Pocos mueren como empezaron, porque terminan derrotados. ¿Es un problema de los sueños? ¿Se llega tan alto con esos sueños?

Nos tendrían que enseñar a pensar mejor.

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