jueves, 23 de agosto de 2012

Lance Armstrong

Parece que no le creen a la persona que dio el espectáculo durante muchas ediciones del Tour de France. El ciclista Lance Armstrong dijo que no seguirá con las apelaciones por acusaciones de dopaje en su contra y se resignó a perder los títulos conseguidos.

Recuerdo que ví por televisión la campiña francesa casi sin competidores por las escapadas de Armstrong y otros, cuando pasaban el Tour. También llamaba la atención la efervescencia de la gente en los caminos y uno conoció así la Francia íntima. La excusa para ver ese paisaje y esas construcciones era el espectáculo del deporte.

He pensado que para el deportista de elite el deporte no es show sino cual obra es para el actor. El espectador, irreverente, llega, ríe, llora, mira, imagina, pero el actor sigue con su presentación para llegar a conseguir el techo del arte que representa. El ciclista, el futbolista, etc. vive esa misma presión todos los días, de modo que se transforma en una máquina de minimizar los errores en detalles en si mismo. ¿Hasta dónde una persona puede soportar esa presión, sobre todo si simplemente en algún momento se acaba la capacidad de crecer?

¿A dónde pensaba que iba a ir Lance Armstrong si "le hubiera sacado las rueditas a la bicicleta"? La intrascendencia duele.

Quizás es inocente, pero nadie va a recordar lo mismo...

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