jueves, 2 de abril de 2015

Humo

 
 
Recuerdo cuando se decía que el gobierno de Ricardo Lagos era "el mejor de la historia de Chile". La grandilocuencia de las obras públicas fueron su herencia más o menos permanente a un país que ha utilizado el modelo sembrado en el Régimen Militar para crecer. Con ese ímpetu zafó del caso MOP-GATE, puso a Insulza en la OEA y otorgó a Chile a quien continuaría su trabajo: Michelle Bachelet.
 
La famosa "Presidenta",  supuestamente dueña de un sinnúmero de cualidades personales, poco a poco fue desgranando lo que Lagos y sus compañeros sembró. ¿Qué salió de aquello? El Transantiago, carreteras caras, obras atrasadas, abusos contra los consumidores, crisis educacional.
 
El paréntesis de Piñera solo sirvió para exacerbar el odio. La amistad cívica se perdió al poco andar y siguió su curso descendente incluso después de terminar el gobierno, en 2014. El absurdo de elegir de nuevo a Bachelet daba cuenta de una falacia política insostenible, que es la de provocar reformas profundas sin peso, sin ideas y sin acuerdos.
 
¿Provocó el bacheletismo su propia crisis? ¿Creyó que podía cambiar Chile a su modo y que no habría respuesta? ¿Creyó que el "todo vale" era gratis? Pensaron que la popularidad era sinónimo de dictadura e inmunidad.
 
La crisis de confianza que hoy existe en Chile hace imposible un consenso real e ilegítimo un acuerdo parlamentario de gobernabilidad. No sería duradera cualquier reforma por el mismo odio latente. En última, las estrategias políticas del bacheletismo resultaron nefastas para sus propios objetivos. Son y siempre fueron solo "humo" insustancioso, basado en la concepción acomodaticia de la Historia, que traduce a los placeres en "libertades" y a sus accesorios en "derechos". Así, como no van a converger con personajes turbios como Ponce.
 
La turbiedad no tiene sector político sino vacíos morales. Cualquiera puede caer, pero nadie debe hacerlo. Por eso encontramos personajes de casi todos los domicilios políticos involucrados en líos. Al final, de patudo a patudo y medio. Como tribus, los frescos se acomodaron dentro del arco político y cosecharon "la hojarasca" para su propio pastel.
 
El horizonte se ve con humo.

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